Cosas que pasan en Nazca

Bajé del 84,

alguien decía a mis espaldas:

“-sos tan puta”.

Giré inmediatamente,

el insulto se gestaba en mi boca,

pero no era para mí.

Un chico se lo decía a su chica

y los dos se morían de la risa.

Imaginarios patéticos de un viernes a la mañana

Día gris. Luminosidad a medias, la odiosa necesidad de encender la luz, un amarillo virtualmente cálido de una lamparita que titila al principio, pronta a quemarse. Tanto prender y apagar no puede ser bueno para nadie. Tanto prender y apagar, los dedos marcados en el interruptor, grasosos, sucios de quién sabe cuántos viajes en transporte público, aceitosos. “Chupate el dedo”, pero vas y apretás igual el interruptor. Que se manche, que quede la marca. Yo lo toqué, yo puse mi dedo y la luz se prendió. Le metí el dedo, lo toqué, lo manosee. Tantas veces como se me dio la gana. Un manoseo constante. Prendo cuando la necesito, apago cuando me olvido que la necesitaba, cuando me aburro, cuando es necesario caminar aunque sea del baño a la cocina pero sin lavarse las manos. Prendo y apago. Prendo. Apago. Vuelvo a prender. Me gusta el manoseo, pero se siente algo raro en ese tanto prender y apagar. Yo interruptor. Yo manoseada. Yo quejándome, desgarrándome y odiando en el infinito silencio, en la imposibilidad de verbalizarlo. Yo manoseada, yo me dejo, tu te dejas, él se deja. No, él no. El me manosea, lo sabe y le gusta. Yo me dejo.

New Rich

¿Dónde está el caniche?

¿DÓNDE ESTÁ EL CANICHE?

¿Qué?

¿Escuché cocoliche?

Dije caniche

Caniche

Caniche

Un perrito, blanco, chiquito y simpático

Llegaba hoy;

tenía que llegar hoy,

perfumado con Channel númeroalgo

y moviendo vanidoso su raquítico rabo

¿Dónde está el caniche?

Malditos perros

Malditas expectativas

Malditas imposturas.

Caniche, Caniche, Caniche.

La Paternal y el bicho

o

zapatos de leopardo y caniche en la cartera

Cocoliche que no entiendo.

Enferma

Al fin y al cabo, qué me importa.

Pero sí te importa.

Te molesta, te calienta.

Te gusta.

Te da miedo.

Yo no tengo miedo. -Te intimida-.

Que te observe, que te hable, que te juzgue.

Andate a la mierda. Vos qué sabés?

Te veo, yo también.

Temerosa, inabordable.

Gélida, como siempre.

Andate a la mierda.

Sos tan fría a veces. Por lo general. Siempre.

Tenés miedo.

Andate a la mierda.

¿Te molesto?

Sos un puto y te odio.

No sabés nada de todo lo que pasa.

No lo podés controlar y te molesta.

No podés competir.

Con nadie.

Ya lo sé, y por eso andate a la re mil mierda hijo de puta.

Estás tan por debajo.

Pero encima tuyo y no te la bancás, cagón.

A mi me gusta.

A mi me parece medio pelotudo.

¿Y a mí qué carajo me importa?

Te enfermaste y caíste, pedazo de boluda.