lunes, 10 de octubre de 2011

"Todo el mundo duerme sin zapatos" [fragmento]

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El ciruja de la cuadra de mi casa se saca los zapatos, pone uno debajo de cada axila y se duerme. Cuando él llega a casa se lo comento. Me dice que así lo hacen todos los cirujas, para que no les roben los zapatos mientras duermen. Le digo que eso lo cuenta Primo Levi en sus memorias sobre la experiencia en Auschwitz; que dormían abrazados a los suecos y los cuencos para que no se los robaran. Bueno, en la calle es igual, respondió. Se roban los unos a los otros, le dije. Sí, dijo él y largó el bolso y el trípode en el piso del living. Pensé en que tal vez podíamos ofrecerle algo para comer, un paquete de galletitas, lo que fuera. Me dijo que acababa de verlo dormido y que podía dejarle él el paquete de galletitas a la mañana cuando saliera. Si te hace feliz, agregó.

—Sí, me hace feliz.

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Esa noche miré los pies de todos los cirujas con los que nos cruzamos. Primero en Cabildo, después sobre Corrientes y por último cuando pasamos por Plaza Flores camino a Boedo. Todos tenían los pies desnudos. Aunque hacía frío estaban abrazados a su calzado y así dormían. Es muy loco, le decía mientras señalaba a cada ciruja descalzo que encontraba. No es tan loco, dijo él mirando para adelante, atento al tránsito. Cuide sus pertenencias, susurré. Claro, dijo él sacando la mano de la palanca de cambios y poniéndola sobre mi pierna. Todo el mundo duerme sin zapatos, dije.

—Sí.