Cuando Román metió
el segundo gol
en una calurosa
noche de Porto Alegre
nos abrazamos.
La estafa de una empresa de turismo
te había dejado sin entrada
y te había subido a mi combi
en el descampado donde
la policía brasilera
nos había juntado
a todos los argentinos
por perversión o seguridad.
Con el partido terminado
la copa en casa
el cuerpo aturdido
las puertas cerradas
para los visitantes
nos sentamos
sobre el cemento de la tribuna
y te di mi teléfono.
En una fría noche
de julio
en un restorán
de Buenos Aires
dijiste que más de una vez
te habían comentado
que las estudiantes de letras
éramos todas frígidas.
La última cita
fue la segunda;
fuimos a tu casa
y tirada en la cama
te dejé creer
que el mérito era todo tuyo
pero tu cuerpo no respondió
aunque tampoco te avergonzaste.
Años más tarde, en un subte
atiborrado de gente
nos encontramos.
Miraste para otro lado
y cruzaste caminando
el umbral que separaba
un vagón
del otro.
:)
ResponderEliminarPosible postal de despedida...
Querido amante de los dichos: Más vale pájaro en mano que cien volando.
Con amor,
Tu frígida de letras.